Muchos son los curiosos que se aventuran a un viaje a la Península de Valdés, en la Patagonia Argentina, más precisamente en la Provincia de Chubut. A partir de junio y hasta el mes de diciembre, es el periodo del año donde las probabilidades de ver ejemplares en su hábitat natural aumentan.
Durante esos meses, las ballenas se acercan a la costa para aparearse y cuidar a sus ballenatos. Luego de una larga gestación de 12 meses, solo nace una cría que es amamantada durante un año. Una vez hecho el destete, pasan aproximadamente dos años juntos.
Fuera de este período donde es posible su avistaje, nadarán a aguas más al sur, donde se encuentra su principal fuente de alimentación, el Krill.
Actualmente, para poder conocer mejor a esta especie, funciona el proyecto “Siguiendo ballenas”, donde se monitorea satelitalmente a estos animales para tener datos sobre el recorrido en su viaje migratorio. En mayo pasado arribó la bautizada “Electra”, una de las elegidas para este proyecto, luego de recorrer 18.000 kilómetros durante 239 días.
Tener la oportunidad de embarcarse en las aguas del sur argentino y fotografiar a este animal imponente es una aventura que vale la pena correr.
Es que a pesar de medir unos 15 metros y llegar a pesar más de 40 toneladas, es un animal sociable y curioso, lo que permite que el avistaje sea muy cercano.
La ballena, una especie que necesita protección
Lamentablemente, la caza en el pasado y la contaminación de los mares, sumado a las infracciones de las embarcaciones, han llevado a esta especie a estar en peligro de extinción. Su población de redujo, desde el siglo XIX a la fecha, hasta un 90 por ciento.
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Si bien viven entre 50 y 100 años, esta especie sólo tiene cría cada tres o cuatro años, lo que perjudica el aumento de su población.
Como medida protectora, se la declaró en Argentina Monumento natural nacional en 1.984, además está protegida a nivel mundial por la Comisión Ballenera internacional que prohíbe su caza.
