Los murales tienen tanto el poder de cambiar la fisonomía de un barrio o la fachada de un lugar abandonado como así también de integrarse al espacio y formar parte del paisaje urbano. Muchas veces son realizados por artistas de renombre mundial, otras gozan de un anonimato que les da un velo de misterio.
Es el caso de Banksy, por ejemplo, cuya identidad se desconoce e inunda con su arte muchas calles de diferentes ciudades, principalmente las de Londres. Mantiene su anonimato como imagen de marca convirtiéndose en un símbolo anticapitalista con sus obras que denuncian injusticias del sistema.
Lo que hace unas décadas era considerado un acto vandálico, hoy en día es aceptado y apreciado. Incluso en muchas ciudades del mundo se ofrecen city tours para recorrer exclusivamente circuitos de arte callejero.
Si nos vamos a Australia, las obras de Fintan Magee están presentes no solo en su país natal, sino que se encuentran en varios rincones del mundo. Comenzó como escritor de grafitis en las calles, sin embargo en la actualidad su nombre tomó notoriedad. Sus obras mezclan arte público y periodismo, sus creaciones a gran escala transmiten perspectivas políticas y sociales.
En el 2021, una obra del artista español Diego Anido Seijas, cuyos murales llevan el seudónimo de Diego As, se convirtió en el grafiti más famoso del mundo. Se trata de un mural de Julio César pintado en la ciudad de Lugo (España). Lo que trasciende en este caso, aparte de la calidad hiperrealista de la obra, es como juega con el espacio y forma parte del entorno, ya que mira de frente a las murallas romanas de la ciudad.
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El mural, de lo clandestino a lo admirado
Este 30 de octubre fue un nuevo cumpleaños del ídolo argentino Diego Armando Maradona que pasó a ser eterno en el 2020, y para homenajearlo se inauguró el mural más grande sobre su persona. Se encuentra en el barrio de Constitución de la ciudad de Buenos Aires, y fue realizado en un edificio de 12 pisos por el reconocido muralista Martin Ron.
En una superficie de 45 metros de alto por 40 de ancho, se alza el mural que inmortaliza el momento previo a la final del mundial de Italia de 1990.
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Como en el caso de Diego As, la obra de Martin Ron quiere formar parte del entorno, no desentonar con el lugar, ya que la dimensión abarcada busca integrarse con el cielo.